sábado, 28 de julio de 2007

PARA PENSAR...

Lo siguiente que van a leer, lo copié de un mail que me envió una amiga...lo encontré tan, pero tan cierto que resolví mostrarlo en este blog, y así compartilo con ustedes.

Disfrúten!! ... antes era así...aunque no lo quieran creer







"Te acordás hermano?

Venimos de otros Tiempos!!!


Si no entiendes nada o te aburre lo escrito abajo, es que eres muy joven,entonces, hazle feliz el día a tus viejos y dale a leer este magnifico artículo.Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco. No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los gurises. Los colgábamos en la cuerda junto alos chiripás; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos paraque los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por laborda (incluyendo los pañales). ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Sí, ya sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad. ¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de alpaca en el cajón de los cubiertos!Es que vengo de un tiempo en que las cosas se compraban para toda la vida. ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido yhasta palanganas y escupideras de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.¡Nos están jodiendo!¡¡Yo los descubrí. Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. ¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike? ¿Alguien ha vistoa algún colchonero escardando somier casa por casa?¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o elelectricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros? Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto producimos más y más basura. El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 añosque en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 40 años nova a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de........... años! Todos losdesechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII). No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De por ahí vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el "guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo" pasarse al "compre y tire que ya se viene el modelo nuevo".Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y amí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya sí era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo queno. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo. Sí. ya sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosasnos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramosde hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, eldiente del segundo, las carpetas del jardín. y no sé cómo no guardamos laprimera caquita.¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celulara los pocos meses de comprarlo?¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente no se valoran y sevuelven desechables con la misma facilidad con que se consiguieron?En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón erapara los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y eltercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Yguardábamos. ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡Guardábamoslas chapitas de los refrescos! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia calzadospara poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas yenganchadas a una piola se convertían en cortinas para losbares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, lasmartillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentospara la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!Las cosas queusábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas deprimus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisasy carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer yen el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver aprecisar. Cañitos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin elplástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortesque perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro parainventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos larecarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas ala mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar.Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de paté odel corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Ylas pilas! Las pilas de las primeras Spicapasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos biensi había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nosresignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algoviviera menos que un jazmín. Las cosas no eran desechables. Eranguardables.¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para lasbotas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todaslas cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultadoleyendo el diario pegado al cuadril! Y guardábamos el papel plateado delos chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad ylas páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de losremedios por si algún remedio no traía el cuentagotas y los fósforosusados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra queestaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primerosálbumes de fotos. Y las cajas decigarros Richmond se volvían cinturones y posamates y los frasquitosde las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con quéintención, y los mazos de cartas sereutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en unasota de espada que decía "éste es un 4 de bastos". Los cajones guardabanpedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal. Al tiempoalbergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad paraconvertirse otra vez en un palillo.Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte denuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden "matarlos"apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declararmuerto a nada. Ni a Walt Disney.Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía enbase y nos dijeron: "Tómese el helado y después tire la copita", nosotrosdijimos que sí, pero, ¡minga que la íbamos a tirar! Laspusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hastateléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornosde dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas,las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza enportalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que sedesechan y los que preservábamos. ¡ No lo voy a hacer.!
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de lamemoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy ahacer.No voy a mezclar lostemas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a locaduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que loscónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corroel riesgo de que la bruja me gane de mano...y sea yo el entregado.-"

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